Un tipo normal

14/04/2015

El flequillo largo hasta las cejas y revuelto contrasta con el pelo corto por los lados y por detrás. Si miraras directamente a sus ojos, como en las inolvidables imágenes de Sergio Leone, verías a Ozil, quizás a Gollum, por lo saltones. Una sombra de barba que crece desigual, más abundante por el lado derecho que por el izquierdo, y que le da un aire a Randy Orton cuando se le mira desde ese perfil. En cambio, la perilla es cien por cien Zlatan. Brazos tatuados, camiseta de colores psicodélicos, pantalón negro, como las Converse. Si te dicen que Cristian Álvarez no sólo es futbolista, sino que juega en la Primera División española, no te lo creerías. Más bien parece un hombre con el que te cruzarías en la cola del Mercadona. Un tipo normal.

En estos tiempos se ha estandarizado cierta imagen para los futbolistas, sobre todo si son grandes estrellas. Tiende a pensarse que el jugador de fútbol es un ignorante, fatuo, a la última moda y con el coche más caro. Por desgracia, muchos contribuyen a dicha imagen. Por eso es de agradecer que aparezca alguien como el guardameta argentino del Rayo. Es un hombre que lee, en su conversación pueden aparecer nombres como Bukowski o Borges, en sus estanterías Steinbeck, John Fante o Herman Hesse, el único de esos nombres que, en el mejor de los casos, puedes encontrar en boca de un compañero de profesión, pues recuerdo una época en la que daba la impresión que todos los famosos estaban leyendo El lobo estepario. También pasa de los coches grandes y va a los partidos en metro.

Pero no es sólo el hábito lector lo que atrae de Cristian. Es la desmitificación que hace del futbolista. Es cierto que hay jugadores, cuyos nombres todos conocemos, son grandiosos en lo suyo, pero se nos olvida que son humanos. Tenemos a esos jugadores colocados en un altar como si fueran dioses, por eso extrañan en principio las palabras de Cristian:

No me importan. No me siento menos que ellos. Puedo ganar muchísimo menos dinero, tendré menos condiciones que muchos de ellos. No soy inferior a nadie otra cosa es lo que después suceda, pero ¿inferior? Ni loco.”

Durante muchos años, Manuel Vázquez Montalbán escribió sobre fútbol, diciendo que era una religión en busca de un dios. Él no llegó a vivir para ver el auge de Cristiano y Messi, nosotros sí, y les hemos puesto en el lugar que el escritor barcelonés juzgaba vacío. Cristian Álvarez viene a recordarnos el absurdo en el que se ha convertido el deporte rey:

De tan dramático que se ha puesto esto del fútbol, que se ha convertido en una parodia total. El fútbol es un juego, es algo para disfrutar y no es enojo, pelea, frustración, fracaso…”

No es la única persona que lo hace. La diferencia es que él es futbolista profesional, lo que le convierte en una rara avis. Las grandes estrellas tienden a tomarse en serio a sí mismas demasiado a menudo, como comentaba la semana pasada. Reírse de uno mismo, como sugiere el meta del Rayo, es un buen método para quitarse importancia de vez en cuando. Lo raro es ver a un jugador que haga eso. Es más habitual la modestia, real o impostada, que el humor hacia uno mismo.

Una cosa que llama la atención de Cristian es que habla sin tapujos. En una época en la que todas las declaraciones están controladísimas por los clubes, para evitar que la prensa se cebe con ellos, por lo que parece que vivimos en una variación infinita del “fútbol es fútbol” de Vujadin Boskov, da gusto leer a este hombre, hablando de todo, incluyendo haber leído a Marx, algo casi impensable, o reconociendo con sinceridad que él también tuvo su etapa de coche grande, discotecas e irse sin pagar de los sitios. Leí una vez que en un país sudamericano (creo que Chile, aunque igual meto la pata) hay una frase que se aplicaría a a este jugador: hablarse una botella de vino. Cuando leo a este argentino a punto de entrar en la treintena me dan ganas convertir en realidad esta frase, que no sólo hace referencia al hecho de beber en sí, sino a la forma en que se hace, la socialización, la charla, sobre todo si es trascendente. Compartir no sólo un trago, sino reflexiones y hasta locuras. Claro que igual el vino no es lo más recomendable para un deportista de élite, pero es intercambiable por unos mates.

No voy a negar que me cae mejor que otros debido a su amor por el rock clásico. En un vídeo del diario AS, que no puedo enlazar debido a que es posible que quieran cobrar por ello, habla de los grupos que escucha para concentrarse antes de los partidos: The Doors, Rolling Stones, AC/DC, Led Zeppelin o Deep Purple, y que para relajarse prefiere el blues. Obviamente compartimos gustos, lo que favorece mi percepción sobre él. Además, comenta que sus compañeros ponen reggaeton para motivarse, cosa que a él no le funciona. Ya hablé de esto mismo hace años y por fin alguien lo comparte.

Más allá de música y literatura, hacen falta más jugadores como Cristian Álvarez en el fútbol de élite. Alguien a quien te puedas encontrar paseando por la ciudad. Que no esté rodeado de una nube de periodistas o haciendo anuncios para grandes marcas. Alguien con el que charlar tomando un café, si se diera la ocasión. Con los pies en el suelo y no en la nebulosa en la que se sustentan las estrellas. En definitiva, un tipo normal.

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