Las mates y el Super Tele

25/05/2015

Hace unas semanas hablaba de la infancia recuperada a través de esas latas de refresco reutilizadas como balones. Los recuerdos volvieron con fuerza la semana pasada, esta vez en forma de Super Tele.

Vayamos por orden. La búsqueda de trabajo, aquí en Galway y en España, se reparte en dos frentes, el virtual y el de calle. A la comodidad de quedarte en casa ante la pantalla del ordenador, buscando en las diversas webs con ofertas de trabajo y enviando currículum por email, hay que sumar el trabajo de vieja escuela, el que incluye fotocopias, mucha suela de zapato, una sonrisa y el descaro de entrar a los sitios sin comprar nada y pedir trabajo. Uno de esos viajes incluyó una tienda llamada Mr. Price, cercana a casa. Es un tipo de tienda similar a las que llamamos de los chinos, artículos baratos de cuestionable calidad, junto con algunas ofertas interesantes en marcas de comida. Me había parecido verlo en otra visita, pero esta vez lo confirmé: tenían varios Super Tele, balón de plástico de la infancia de muchos en los primeros noventa. Había colores a elegir: rojo, azul, blanco y amarillo. Estuve a punto de desembolsar el euro y medio que constaba, pero no era serio. Si ya de por sí es difícil tener en cuenta como candidato a un universitario sonriente pero con coleta de Pablo Iglesias, menos aún si, junto con el CV se va a comprar un balón de plástico. A los pocos días entré en otro Mr. Price con mi novia, y pude dar unos botes y toques de cabeza no consecutivos. Ella dijo que no lo comprara, iba a estar muerto de risa en la habitación. Además, puedo cargarme algo si me pongo a hacer el idiota con él en un espacio cerrado. No me lo he comprado, pero no lo descarto.

Debido a sus características, jugar con un Super Tele tenía un plus de entretenimiento. Al ser sólo una cámara de plástico rellena de aire, no es más que un globo duro, por lo que es muy susceptible a la más mínima racha de viento. Así pues, podías conseguir unos efectos casi inverosímiles por muy mal que le pegaras al balón. Claro que eso lo convertía en una pesadilla para el portero, porque tenía que estar más atento para que no le pillara desprevenido una curva inesperada del balón y le dejase vendido, para jolgorio del chutador, que se creía Dios bendito. Luego llegaron los Mikasa y descubrimos que el Super Tele era infame, como dice mi hermano. Pero eso ya lo cuenta Antonio Agredano.

No hace falta saber mucho de física para entender cómo funciona un balón de este tipo. Como ya he dicho, es sólo una cámara de plástico, sin cubierta alguna. Las distintas capas que recubren un balón de reglamento, como solíamos llamarlos, hacen a éste más pesado. Dichas capas provocan un mayor rozamiento con el aire, lo que ayuda a estabilizar su trayectoria. Así pues, el que conseguía un efecto mínimamente parecido al del Super Tele con un Adidas Questra, el balón del Mundial 94, era el auténtico fenómeno.

Hacer un buen balón de reglamento es todo un arte, aunque no lo parezca. A los hechos me remito. El diamantino Mikasa, robándole el adjetivo a un comentarista de DDF, era un balón difícil de levantar, duro de golpear y terrorífico como viniera hacia ti. El extremo opuesto al Super Tele, por exceso. Del otro lado estarían Roteiro, el criticado balón de la Euro 2004 portuguesa, y especialmente Jabulani, destrozado sin piedad en el mundial 2010 por ser prácticamente ingobernable, excesivamente ligero y casi imposible de detener para los porteros. Vamos, el hermano hipertecnológico del Super Tele. Aunque no todo es malo en este caso. Después de tan duras declaraciones, Adidas se encargaría de probar y perfeccionar Brazuca, el balón del Mundial 2014, del que servidor apenas recuerda malas palabras. Al lanzarlo con tiempo suficiente antes del gran torneo pudieron pulir posibles imperfecciones y evitar a tiempo el desastre.

Toparme con el añorado esférico no sólo me ha retrotraído otra vez a viejos tiempos, sino que me ha hecho hacerme una pregunta al respecto. Pensando en las erráticas trayectorias que puede tomar esta bola cuando la pateas, me pregunto si los profesores de matemáticas y física no podrían habernos enseñado algunos principios de sus asignaturas ilustrados con problemas basados en un disparo de Super Tele. Sé que es complicado, que probablemente no se ajuste a la realidad uno a uno, pero hubiera sido una aproximación que hubiera hecho menos árida la asignatura a los apasionados del balompié, aunque hubiera sido una tortura china para quien no disfrute del deporte. Leí en un suplemento dominical que habían hecho estudios para explicar cómo fue posible un gol fuera de lo normal como fue la bomba inteligente de Roberto Carlos a Francia.

Así que me digo ¿por qué no? Me imagino conceptos como senos, cosenos, tangentes, secantes, rozamiento, trayectoria o velocidad ilustrados con la espléndida rosca que le dio Xavi, a quien los seguidores blaugrana echaremos de menos, al centro medido que remató Messi para asegurar la Champions en el Olímpico de Roma, o por seguir con goles ganadores de Copas de Europa, la no menos espléndida curvatura (menos pronunciada, pero no por eso menos estética) que le imprimió la volea de Zidane en Glasgow. Estoy seguro de una cosa, nos lo hubiéramos pasado como enanos intentando descifrar los misterios de las fórmulas matemáticas si los hubiéramos visto aplicados a goles legendarios. O a roscas imposibles hechas con el Super Tele.

Aunque en mi caso, lo más probable es que hubiera seguido sin entender una mierda.

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