A vueltas con el playoff

15/06/2015

Acaba de terminar una de las semifinales del playoff de ascenso a Primera, con la eliminación del Pucela, el equipo de mi ciudad natal, tras empatar ambos partidos ante Las Palmas, gracias a un gol anotado por Araujo para el equipo amarillo en el José Zorrilla y el empate a cero en el Estadio de Gran Canaria. Al margen de la decepción lógica, me alegraría el ascenso del conjunto de Paco Herrera porque cuenta con uno de esos futbolistas que, además de un incombustible veterano lleno de talento, es un tipo que cae bien por definición, alguien de quien dirías que es buena gente: Juan Carlos Valerón. Me gustaría volver a verle en Primera a sus casi cuarenta tacos. La otra semifinal se disputó mientras redactaba este texto, con remontada histórica del Zaragoza tras superar un 0-3 adverso, ganado 0-4 en casa del Girona.

Pero más que de la eliminación del Valladolid, me interesa tratar más de temas tangenciales al deporte. Esta vez es el actual formato del playoff del que quiero hablar. No estoy seguro de que sea el más adecuado para la competición actual. Dado que la temporada se extiende durante cuarenta y dos jornadas, no creo que añadir hasta cuatro partidos contribuya ni al espectáculo ni al estado físico de los jugadores. Cierto es que premia a equipos que han hecho buena temporada pero no han llegado a pelear por el título o el segundo puesto, pero puede ser contraproducente. He leído (probablemente en Diarios de Fútbol) que la falta del nivel adecuado ha sido uno de los lastres que ha arrastrado el Córdoba esta temporada en Primera. Recordemos que los andaluces se clasificaron séptimos y jugaron el playoff gracias a que el Barcelona B (este año colista) quedó tercero. ¿Demasiado premio a una temporada no tan buena? Podría ser.

Es obvio que la nostalgia tiene que hacer acto de presencia en este momento y no voy a negarle el protagonismo. Servidor creció en los noventa, cuando se jugaba la promoción. Los dos últimos equipos de Primera descendían y subían los dos primeros de Segunda, y el antepenúltimo y el cuarto por la cola de Primera se enfrentaban al tercero y cuarto de Segunda en una eliminatoria de ida y vuelta. El Valladolid era un equipo habitual en estos compromisos. Recuerdo la celebración de una de esas promociones, la que en la temporada 93-94 (el año lo he tenido que confirmar en internet) enfrentó al Valladolid con el Toledo, cuyo estadio tiene uno de los nombres más míticos del fútbol español, el Salto del Caballo. Ganaron los blanquivioletas, y parte de la hinchada se vino a celebrar la victoria justo debajo de mi casa, ya que por aquel entonces formaba parte —un poco ampliada, eso sí—, de una de las zonas de marcha emblemáticas de la ciudad: el Cuadro. No recuerdo exactamente cómo surgió la cosa, excepto que hacía un calor infernal, salimos todos al balcón y mi padre acabó lanzando dos cubos de los que usábamos para fregar llenos de agua, limpia, por supuesto, a los seguidores, que estaban achicharrados. Éstos recibieron la chaparrada con jolgorio y cánticos de «¡Felipe, dimite, [el del] primero presidente!» que a mí me hicieron tanta gracia que los recuerdo sin problemas veintiún años después.

A la hora de analizar las ventajas e inconvenientes de ambos sistemas no me voy a dejar llevar por los recuerdos de cuando era un pequeñuelo. De la promoción me gusta que haya una segunda oportunidad tanto para los de Primera como para los de Segunda. Hay una última tabla de salvación y un clavo ardiendo al que aferrarse antes de cerrar el curso futbolístico con decepción o fiesta. También me gusta que haya opción de premio para los dos mejores después de los ascendidos. Como el fútbol puede ser injusto, a veces el quinto merece premio, otras no. Es imposible cuantificar algo así con antelación. Del sistema actual me gusta que garantice un tercer puesto para el ascenso, pero premia al equipo que asciende y no al descendido. La promoción era más equitativa a ese respecto, aunque tenía la desventaja de que podían darse sólo dos ascensos en una temporada. Con el playoff actual hay tres plazas fijas para los de Segunda.

He estado un rato meditando posibles alternativas que mezclen lo mejor de todas las variantes; ninguna me convence del todo. Tres ascensos me parece lo ideal, al fin y al cabo, los honores en las grandes competiciones se los llevan los tres primeros. Quizá lo mejor sean dos ascensos y descensos directos, con el tercero y cuarto de Segunda disputando una eliminatoria por el ascenso y los clasificados en decimoséptimo y decimoctavo lugar de Primera dirimiendo la otra plaza de descenso. Aunque se pierde algo de la magia del enfrentamiento entre un Primera y un Segunda. Tal vez la solución sea eliminar este tipo de playoff y que ascensos y descensos se determinen al final de la liga regular. Tres suben, tres bajan, no hay segundas oportunidades. Hay que ir a degüello hasta el final. Ahora parece que si no consigues ser primero o segundo pero tienes colchón suficiente te dejas ir para llegar al playoff. Esta opción obliga a pelear hasta el final. Claro que luego pienso en la verdadera causa de este formato y se me quitan las dudas. El playoff garantiza al menos un partido más en casa, con la consiguiente recaudación en taquilla, y lo televisa el Plus. Estando como está la cosa en lo económico para los equipos de la división de plata, no hay discusión. Y si pasas de ronda, más dinerito en la caja.

En resumen, no parece que vaya a haber cambios a corto plazo en esto del playoff, por mucho que a quien esto escribe no le guste demasiado. Luego estaría el tema de los ascensos en Segunda B, pero ahí hay un marrón cojonudo que investigar antes de ponerse a sacar conclusiones precipitadas y de última hora, como hoy. También me deja un posible tema abierto para otro día. Si es que hay ganas.

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