Escuchando al Viejo Marino

13/10/2014

No sé si las casualidades existen o no, cuánto hay de azar en lo que nos pasa en esta vida, o si todo ocurre por alguna razón. Y, al menos para este artículo, da igual. Los que sucedió hace treinta años acabó modelando parte de lo que soy. Así que, en la fecha más señalada para ello, os voy a contar la historia de cómo una canción escrita hace tres décadas cambió, sin yo saberlo, la vida que empezó un trece de octubre de 1984, por más que me empeñe en decir que vengo marcado por Orwell.

Tras la gira de presentación de Piece of Mind en el 83, la banda icónica del metal por antonomasia, Iron Maiden, se tomaron un receso a principios del año siguiente antes de preparar su siguiente trabajo de estudio. Publicado el tres de septiembre del 84, Powerslave es uno de los discos más celebrados de los británicos. Con dos trallazos como Aces High y Two Minutes to Midnight sólo para abrir boca, el disco les catapultó al número dos en las listas de ventas británicas, llevándoles a una larga gira que incluyó el primer Rock in Rio en el 85, y una serie de cuatro conciertos en el Hammersmith Odeon de Londres, y el Long Beach Arena, en el que grabaron su disco en directo Live After Death, que popularizaría la frase de Bruce Dickinson exhortando a la audiencia: Scream for me Long Beach!. Volviendo a Powerslave, la temática egipcia fue clave del disco, con una portada que imita el templo de Abu Simbel, con Eddie, la mascota del grupo, entronizado como un faraón. El tema que da título al disco, otro de los destacados del mismo, fue el que inspiró la portada, y parte del decorado del escenario de la gira.

Pero la canción que nos interesa es la última. Basada en el poema de Samuel Taylor Coleridge, Rime of the Ancient Mariner es el tema más largo de la banda, trece minutos y cuarenta segundos que se pasan en un suspiro. Para escribir la letra, Steve Harris utilizó las notas al margen que el propio Coleridge añadió al poema en la edición de 1815-6, e incluyó dos pasajes donde cita directamente el mismo, el verso “Water, water, everywhere -nor any drop to drink” y la estrofa donde la tripulación del barco va cayendo muerta, en una de las partes más memorables de la canción, cuando queda sólo se oye el bajo de Harris, un punteo de guitarra y la voz recitando, con el efecto del crujir de unos maderos, como en la cubierta de un barco.

Vamos con la canción, la letra está en la descripción

Hay que dar un salto temporal hasta 1998. Aquel año, Iron Maiden sacaban Virtual XI, el segundo de los discos que grabarían con Blaze Bayley a las voces, y tocarían en la plaza de toros de Laguna de Duero, a siete kilómetros de Valladolid. Tuve la increíble suerte de poder acudir y disfrutar de una experiencia memorable, a pesar de que Bayley no sea Bruce Dickinson. Para completar la noche, habían hecho de teloneros Helloween, otra de mis bandas predilectas por aquel entonces. Unos meses después, cuando cumplí catorce, pude por fin sacarme el carnet de adulto en la biblioteca pública de Valladolid. No sé si fue el primer libro que saqué, creo que no, pero fue uno de los primeros, una edición bilingüe de «Rime…» acompañado del poema inconcluso Christabel. Mentiría si dijera que me lo leí en inglés. Lo intenté, pero obviamente no tenía el nivel, así que leí ambos en español. Recuerdo que me gustó aquel extraño poema, y la figura de la Muerte en Vida, cuyo concepto me fascinó. Entonces no le di la importancia que tenía, pero este encuentro sería clave para mí.

Años más tarde volvería al poema, cuando lo estudié en la carrera. Coleridge, junto a William Wordsworth, son figuras clave en el romanticismo inglés, y su libro conjunto, Lyrical Ballads, que incluía Rime of the Ancient Mariner, se considera como el inicio del movimiento, aunque no sea más que una convención adoptada por los historiadores literarios. Recuerdo volver a leerlo en la copia, legendaria por los siglos de los siglos, de la biblioteca de la facultad, que se cae literalmente a pedazos, con hojas sueltas, y de la que seguro hemos aprendido varias generaciones de estudiantes (lástima no tenerla a mano para compartir una foto). Ahí me di cuenta de que las notas de Coleridge fueron claves para escribir la canción, pues no recuerdo si la edición que leí en el 98 las llevaba o no. También descubrí la edición con las ilustraciones de Gustave Doré, que me encantó, y de la que planeo hacerme con una copia en breve. Más adelante, cuando estuve un mes en Liverpool para perfeccionar mi inglés, encontré una edición de las Lyrical Ballads muy barata (tres o cuatro libras), y me hice con ella.

No he encontrado una imagen más decente de la portada de la edición que yo tengo de Lyrical Ballads.

Pero no ha sido hasta ahora cuando me he dado cuenta de la trascendencia que ha supuesto para mí este poema y esta canción. No era la primera vez que Maiden combinaban música y literatura, ni sería la última. Ya habían hecho Murders in the Rue Morgue, pero la primera que yo descubrí fue «Rime…». Luego llegarían The Loneliness of the Long Distance Runner, o Brave New World, que también leí gracias a ellos. Además, Rime of the Ancient Mariner estaba basada en un poema, cosa que entonces me sorprendió más aún. Por primera vez confluían en mi vida música y literatura, las dos grandes pasiones de mi vida, y creo que impulsaron, sin que yo me diera cuenta, mi camino hacia la filología inglesa. Suena muy bonito decir que fue Orwell (que me encanta, ojo) quien marcó a los que nacimos en ese año, elegido por casualidad al alterar las dos últimas cifras del año en el que se escribió, pero es incorrecto en mi caso. Antes que Orwell, a mi vida llegaron Iron Maiden y Samuel Taylor Coleridge, y su influencia sigue latente. Devoro libros, y ahora los escribo. Musicalmente he descubierto otros estilos, pero una buena canción de Maiden sigue siendo una de las mejores formas de alegrarme el día.

Hace treinta años salieron muchísimos discos, si alguien tiene ganas, aquí puede encontrar bastantes. De todos ellos, uno cambió mi vida. Pudo haber sido el Born in the USA. O el Crusader de Saxon, o el disco homónimo de Bathory, precursor del sonido Black Metal, junto a Venom o Hellhammer, bandas que también sacaron disco ese año (At War with Satan los primeros, el EP Apocalyptic Raids los segundos, antes de disolver el grupo y convertirse en Celtic Frost) Pero el que dejó huella de verdad fue Powerslave, y más en concreto Rime of the Ancient Mariner. Y en una fecha tan señalada como hoy, no puedo por menos que rendirle el debido tributo.

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