Sobre política y Black Metal
06/08/2014Hace unos días me vino a la cabeza un reportaje de El País Semanal de hace unos meses. Estaba leyendo El Sur pide la palabra de Slavoj Zizek y Sreco Horvat, donde hablan de la crisis griega y Amanecer Dorado, cuando recordé dicho artículo. En él se cita el enfrentamiento entre entre el alcalde de Atenas, Yorgos Kaminis, y el diputado de Amanecer Dorado Yorgos Gemenis, quien intentó agredirlo. El artículo apuntaba que Gemenis es músico de Black Metal, pero escamoteaba el nombre de la banda, algo importante para mí. Tras una breve averiguación, descubrí que el grupo era Naer Mataron, en el que Gemenis toca el bajo (y desde 2012, canta) bajo el pseudónimo Kaiadas, una referencia al lugar donde se supone que los espartanos abandonaban a los niños deformes y débiles. Una pista de por dónde van los tiros de la ideología de Gemenis, sin necesidad de saber su afiliación política.
Esto me planteó varias disyuntivas que me gustaría aclarar, empezando por la más sencilla. ¿Es Naer Mataron un grupo neonazi? No necesariamente. Conviene aclarar primero que, dentro de las distintas etiquetas que se asocian al Black, hay una llamada National Socialist Black Metal (NSBM), en la que las bandas hacen apología explícita del nazismo. Otras, en cambio, prefieren un acercamiento más sutil, hablando de mitos y nostalgias del pasado, o elementos de la filosofía de Nietzsche, en los que se inspiraron los nazis. Así que me decidí a investigar la línea de esta banda griega, a quienes conocía de nombre, pero no su música. Dado que sus dos últimos discos están en griego, y no me fío de los traductores online, elegí el disco de 2005 por dos razones: su sugerente título, Discipline Manifesto, y porque las letras las escribió el propio Gemenis, según indica la web Metal Archives (que aunque se pronuncie algo así como arkaibs, seguiremos pronunciando a la española, yo incluido).
No me hizo falta mirar más que mirar un par de letras (las podéis leer aquí) para darme cuenta de que era lo segundo. No hay ninguna referencia explícita, pero la temática apuntaba en una dirección tendente al supremacismo. En For the New Man (Para el hombre nuevo), Kaiadas habla de un nuevo hombre, para crear una nueva civilización en busca de la excelencia física y artística, y que estaría dispuesto incluso a actos de total destrucción, incluyendo el asesinato masivo, porque aspiran a refinar la esencia natural del ser humano. En Arrival of the Caesar (pronúnciese Sísar), nos habla de la llegada del César, a quien califica como el prestigio de la autoridad, el deber, el honor, que es puro e irresistible, regresa para acabar con la putrefacción y tomar el control del mundo. No hace falta sacar demasiadas conclusiones, por obvias. Sólo confirmar que Naer Mataron no son NSBM, pero andan ideológicamente cerca.
La segunda cuestión es la realmente peliaguda para mí. Me considero una persona de izquierdas, e intento ser lo más racional y razonable que me permite mi intelecto. ¿Cómo puedo escuchar bandas que promueven semejantes ideas? ¿No sería lo lógico rechazar de plano tanto la música como la ideología? Desde un punto de vista intelectual, sí. Pero aquí entra en juego un factor emocional que conviene explicar, sobre todo a quien no le gusta, o no ha escuchado en su vida un estilo tan agresivo como es el Black Metal.
Debajo de las capas de racionalidad y cultura que todo ser humano tiene, tenemos un lado más primitivo y animal. Unos lo tienen más acusado que otros, o lo sienten de forma más intensa. Johnny Cash cantaba a la Bestia que había en él.
En español, Obús lo dejaban bastante claro en Siento Ganas .
Sólo que, a veces, estas ganas no necesitan el combustible del alcohol para salir a flote. Esa rabia, esa pasión, ese sentimiento visceral, hay que controlarlo para poder convivir de forma pacífica con el resto del mundo, pero al mismo tiempo, hay que dejar salir de vez en cuando, para que no se quede enquistada, y pueda producirse un estallido incontrolable. Ahí es donde entra el Black Metal. Éste, y otros subgéneros extremos del metal, me ayudan a canalizar todos estos sentimientos. Hay algo en estos estilos que no tienen otras manifestaciones artísticas, o no del mismo modo: no hay cortapisas, todo es brutal, directo y salvaje. Se asombraba Diego Manrique de la proliferación de grupos de metal extremo en Cuba (aunque juraría que en la edición impresa hablaba de Death Metal). Pero es lógico. Estos estilos permiten cantar unas letras inimaginables en otros géneros. Si no, Celia Cruz hubiera cantado letras al estilo Hammer Smashed Face (Cara machacada por un martillo).
Cantar este tipo de letras ayuda, al menos en mi caso, a la catarsis. Sospecho que algo parecido siente Aaron Stainthorpe de My Dying Bride, grupo de Doom Metal, estilo lento y triste. Contaba en una entrevista que algunos seguidores, acostumbrada a las letras depresivas del cantante británico, se asombraba al descubrir lo feliz que es Stainthorpe. Imagino que las letras de la banda sirven para exorcizar el lado negativo de esta persona, lo que contribuye a su felicidad. A mí al menos me bastaba, cuando canté en varias bandas Black Metal.
Una vez aclarado este punto, hay que volver al anterior. Admito que no escucho a Naer Mataron, y me da reparo escuchar bandas NSBM, a pesar de la crudeza con la que suelen sonar estas bandas. Pero sí escucho Burzum, el proyecto de Varg Vikernes, convicto por el asesinato de su mentor Euronymous, y detenido por apología del nazismo el año pasado, en Francia. ¿Cómo resolver ese dilema? Separando lo que hacen como músicos de su faceta personal. Deploro la ideología y las acciones de Yorgos Gemenis, pero cuando se encierra en el estudio bajo el nombre de Kaiadas, sabe tocar mi fibra sensible. En cuanto a las letras, si me dejo influir o no por ellas, es algo cuestionable en alguien más joven. Creo que, a estas alturas, estoy lo suficientemente capacitado para analizar lo que canta cada banda, y decidir si merece la pena o desecharlo.
Ahora bien, una duda me corroe. La vanidad del escritor me lleva a preguntarme si los que lean este artículo serán capaces de entender y admitir que, a pesar de que sea una contradicción, se puede ser de izquierdas y escuchar Naer Mataron. Casi seguro que no cuento con la comprensión de los más acérrimos de la escena Black, pero lo tengo asumido. Me preocupa más algún sector de la izquierda, que, a veces, se deja llevar por la pasión, y descarta como aceptable todo lo que salga de cierto canon establecido por ellos mismos. De todos modos, no puedo hacer nada al respecto. Aquí está mi opinión. Lo que ellos hagan con ella es otra cosa.
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